Oficina Técnica
Oficina Comercio y Territorio – PATECO
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46003 València
El Congreso de los Diputados ha concluido el trámite en las Cortes de la nueva Ley de Prevención de las Pérdidas y del Desperdicio Alimentario, dando por concluida su tramitación, por lo que ya puede publicarse y entrar en vigor.
La ley da respuesta al objetivo sobre producción y consumo responsables de la Agenda 2030 y se centra en la reducción de residuos alimentarios en la producción primaria, en la transformación, en la venta minorista, en restaurantes y servicios de comidas, así como en los hogares.
La ley aspira a alcanzar en 2030 una reducción del 50 % de los residuos alimentarios per cápita en los ámbitos de la venta minorista y del consumo y una reducción del 20 % de las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro, respecto a los valores de 2020, como contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Trabajando en la prevención y reducción de las pérdidas y el desperdicio de alimentos por parte de todos los agentes de la cadena alimentaria, la ley pretende alcanzar un triple impacto: social, ambiental y económico.
Por todo ello, reducir drásticamente ese volumen de pérdidas y desperdicio alimentario es un imperativo moral de los poderes públicos y de los operadores de la cadena de suministro.
Muy diversos factores, como la mejora de las capacidades productivas y logísticas, los cambios sociales y de consumo, la urbanización, las nuevas formas de vida y la menor dependencia de los aspectos naturales, han modificado la realidad productiva y trasladado una parte importante del problema de la pérdida y desperdicio hacia los eslabones posteriores de la cadena de suministro.
Si bien, a nivel global, se estima que entre el 25 % y el 30 % del total de alimentos producidos se pierde o desperdicia, en la Unión Europea se calcula que un 40% del desperdicio se concentra en el consumidor, otro 40% en la transformación y fabricación, el 15 % en la restauración y el 5 % en la distribución.
Esta ley afecta a los consumidores y a todos los integrantes de cadena alimentaria en el territorio español, esto es: los operadores pertenecientes al sector primario, incluyendo cooperativas y demás entidades asociativas, entidades o empresas de elaboración, fabricación o distribución de alimentos, comercios al por menor, empresas del sector de la hostelería o la restauración y otros proveedores de servicios alimentarios, entidades del Tercer Sector de acción social, de iniciativa social y otras organizaciones sin ánimo de lucro que prestan servicios de distribución de alimentos donados, y las administraciones públicas.
Las actividades destinadas a prevenir y reducir las pérdidas y el desperdicio alimentario para todos los agentes de la cadena alimentaria se rigen por los siguientes principios:
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